14- RAZONES TIENE EL CORAZÓN...

   Cuando me vi sin la ropa, y en aquella especie de media camilla, con una pierna en Huelva y la otra en Alicante, y con un foco de luz alumbrando sin pudor lo que tanto tiempo había estado a oscuras, me sentí como la rana Gustavo.
  La enfermera me tapó con la sabanilla, pero fue una tontería porque lo primero que hizo el médico cuando entró allí, con aquel esbirro flacucho, fue retirarla, y lo primero que hice yo fue pensar “¡Tierra, trágame!”
  El tío enfundó sus enormes manazas en unos guantes de goma y cogió un aparatejo que parecía el pico de un pato, un pato bastante grande, un pato con mucho morro, vamos.
  -Bueno, bueno- dijo el muy iluso dándome unas palmaditas en la pierna que yo tenía completamente tiesa- tienes que relajarte un poco ¿eh?
  ¡Pistonuda estaba yo para relajarme! Tenía los ojos apretados para no ver nada, me mordía los labios para que no se me notase que me temblaba la boca, las manos aferradas a unos hierros que no sé ni cómo no les partí por la mitad, y la espalda rígida por completo, y en esa tesitura el otro quería que me relajase…
  -Respira profundo, mujer, esto no es nada.
  “¡Tu padre va a respirar profundo!” pensé. Si no me cabía ni un soplo de aire dentro... Abrí un poco un ojo a ver cómo iba la cosa, el más mayor estaba sentado delante de mí, entre mis rodillas, como el que está en el cine, y el otro, de pie, sin perder ojo, para que luego digan que no se fijan.
    Cuando estábamos en pleno trance, llamaron a la puerta. “El del butano”, pensé. “Que pase, hombre, que pase, total, ya… uno más...”, pero tuve suerte, era otra enfermera de debía de pasar por allí, y al ver luz, entró. Vamos, que sólo les faltó echar un cigarro y tomarse unas copitas a mi salud, mientras yo seguía intentando relajarme, sin conseguirlo, claro, y el vejete se despachaba a gusto por mis interioridades.
   Cuando por fin dijo “puedes vestirte”, me bajé de aquel trono tan deprisa como pude y me vestí pensando que una vez superado aquello, lo que me faltaba a mí para dejar de ser virgen, debía de ser pan comido.




-¿Fumas o bebes alcohol habitualmente? – me preguntó ya de regreso de la excursión exploratoria.
  -Ni fumo, ni bebo.
   Nueva mirada de extrañeza, nuevo levantamiento admirativo de cejas.
  -Tú sí que eres un caso clínico, Purificación.
   Me alegré mucho de que no me preguntara si jugaba al bingo, porque sólo por no ver otra vez aquella expresión de incredulidad, le hubiese dicho que era una jugadora empedernida.
 -Estás muy bien, tranquila, no hay problemas para que tomes estas pastillas que te voy a dar.
 ¡Menos mal, hombre! Sólo hubiera faltado que encima me hubiera diagnosticado de algún mal oculto para rematar el día. Por lo menos, confirmó lo que yo pensaba, que por fuera cada uno será lo que sea, pero por dentro yo estaba muy buena.
  Cuando al fin salí de allí con mi receta de pastillas en la mano, fue como si me hubiesen dado una medalla de oro, era todo un triunfo que me había ganado a pulso.
 -Vuelve por aquí dentro de seis meses- me dijo el médico al marcharme.
 “Lo llevas claro”, me dije para mis adentros, mientras a él le decía amablemente que sí, que por supuesto.
  No dudo que tenga que volver a las revisiones y todo eso, pero tengo muy claro que la próxima vez la propia doctora Ponce ha de jurarme sobre la Biblia que el día que yo vaya, ella estará allí de cuerpo presente, vamos, en persona, quiero decir.
  Marta me esperaba en la sala de espera, que para eso están esas salas, para esperar.
  -Bueno ¿qué tal? ¿A que no era para tanto? ¿Es maja la doctora?
  -Muy maja, majísima, pero tiene unos bigotes que no veas.
   Me miró y se echó a reír sin entender nada de lo que le decía. Salimos de allí y nos fuimos derechas a tomar un cafetito porque hacía un frío que pelaba.
  -Vamos a tomar algo, guapa- dijo ella- aunque sólo sea por meter algo caliente en el cuerpo.
    Según dijo aquello, me dieron ganas de denunciarla por malos tratos psicológicos, pero luego pensé que ella, no sabía nada del suplicio que yo acababa de pasar, y eso tal vez le sirviese de atenuante en el juicio.

     Le hice prometer a Marta en varios idiomas que ni una sola palabra de todo aquello podía salir de nosotras dos, no quería que nadie se lo tomase a broma, a saber cómo se habrían iniciado los demás.
    -Ni siquiera a Nelson, no le digas nada ni siquiera a él ¿está claro?
   -Eso sí que no puede ser Puri, es imposible- me contestó como si realmente le estuviera pidiendo una barbaridad.
   -Ya se lo has dicho ¿no? ¡Si es que eres como Radio Macuto, hija, todo lo tienes que contar!
  -No es eso, te confundes, nunca se lo hubiese dicho si no fuese porque es necesario.
   No veía aquella necesidad por ningún sitio, era, a decir verdad, lo menos necesario del mundo que aquel bailarín nudista se enterase de mis problemas, y me sentó fatal que Marta ya hubiese “cantado”.
   -Se lo tuve que contar porque creo que él es la persona indicada.
   -¿Para contárselo? –pregunté indignada.
   -No, para ayudarte, creo que Nelson puede ayudarte a esto.
  La cara que puse debió ser de lo más expresiva, porque Marta se levantó como un cohete y no me dejó ni hablar.
   -¡Tranquila, Puri ! Déjame que te explique, tengo mis razones, él es un amigo, le conocemos, es de confianza y además, sabe por dónde se anda.
   -No sigas- la interrumpí- no sigas porque no pienso oír ni una palabra más. Jamás haré lo que estás pensando. ¡Acostarme yo con el novio de mi mejor amiga! ¿Pero tú por quién me tomas? ¿Es que has bebido o algo así? Una cosa es perder la virginidad y otra perder la vergüenza.

   Me quedó muy bien porque lo dije todo así, deprisa, sin coger ni aire siquiera, y resultó muy convincente porque además, me salió del alma. Pero no me sirvió de nada, ella siguió hablando sin parar. Que si era lo mejor para mí, que a ver dónde iba a ir yo a buscar otro de más confianza, que con un desconocido ni soñarlo...
  Yo alucinaba en colores mientras ella hablaba del tema con una soltura que no veas, me hacía gracia cuando insistía en lo de la confianza, porque eso es lo que dice mi padre cuando va a comprar un lechazo por navidades y está tratando con el pastor: “¿Será bueno, eh, Miguel? “ Y Miguel le dice: “No lo dudes, es de toda confianza”, pues esto era lo mismo, Nelson era como el lechazo, de toda confianza.
  Además, ella confesaba sin pudor que no le importaba lo más mínimo, pues sabía que también se acostaba con otras por motivos “profesionales”.
  -Puri ¡Por Dios! Que estamos hablando de algo temporal, no será para siempre.
  -Que estamos hablando de tu novio, no de un vestido que se trae y se lleva, y hoy me lo pongo yo y mañana te lo pones tú, que esto es más serio que todo eso, y tú te lo tomas con una frivolidad que para qué. No insistas más porque no vas a convencerme de nada.
  Pero Marta no sólo es convincente, sino que sabe muy bien dónde tiene que apretar para conseguir el efecto deseado.
  -Lo que a ti te pasa, es que en el fondo eres una racista.
   Me quedé de piedra.          
  -¡Llamarme racista a mí! A la hija de mi madre, a mí que soy una ciudadana ejemplar, que no tiro pilas gastadas hasta que no encuentro un contenedor apropiado, que bajo con siete bolsas de basura para tirar cada cosa en su sitio, que reciclo, que utilizo el transporte público. ¡Marta! Que yo vengo de un pueblo en el que hay un monte lleno de molinos de esos de energías renovables, que sostenemos el desarrollo, guapa, que somos la ostia…
  -¡Anda, coño!  ¿Y eso que tendrá que ver? También Cervantes venía de un sitio con molinos y estaba como una chota, maja…
  -No era Cervantes el que confundía los molinos…
  -Bueno, pues Calderón de la Barca, o Tirso de Molinos, yo qué sé, el caso es que no viene a cuento tu rollito ecologista, se puede ser “reciclador” y racista.
  Me sentó muy mal aquello ( lo de llamarme racista más que lo de su “empanada literaria” que también, claro)  porque desde luego, si algo no soy ,y mira que no soy cosas, es racista.
  -Te confundes, Marta, me dan igual negros como tu Nelson o verdes o amarillos, pero no me acostaría con él ni aunque fuese más azul que un pitufo.
  Era inagotable pero agotadora, mucho más tenaz que yo, y siguió machando con que era el color lo que me hacía descartar a Nelson, no se daba cuenta de que no era un problema cromático, ni mucho menos.
  -Pues él está encantado, dice que le caes muy bien y que no le importa hacerte ese favor.
  -¡Qué atento!- le dije- si quiere después del “favor” le invito a un coco loco, algo exótico que le haga recordar a sus antepasados.
  -No te atreves, reconócelo, tienes miedo, además de racista eres cobarde, no creo que así se te arregle con ninguno, menudo chollo eres tú, ahora me explico cómo has llegado así a tu edad...
  Tampoco era para tanto, no quería ponerme a mal con Marta, porque si ella me dejaba tirada, no sabría por dónde seguir, y después de tanta peripecia no era cosa de dar marcha atrás ¿no?
  Bien pensado, yo no tenía mucho dónde escoger, como Marta decía, no iba a ir con ningún desconocido con los tiempos que corren, claro que para ella, dejan de ser desconocidos a los cinco minutos de habérseles presentado, pero bueno, ella era un extremo y yo el otro, seguramente, como en todo, en el término medio estaría la virtud, justo lo que yo andaba queriendo perder, así que sería cuestión de irse olvidando de los términos medios.

  Lo que no podía hacer era organizar una reunión en la oficina a ver si alguno se ofrecía voluntario, ni tampoco pensaba convocar una rueda de prensa para comunicar que necesitaba encontrar pareja urgentemente., y ya me veía yo llamando al cuerpo especial de Policía o a los Geos, a ver si estaba dentro de sus funciones inspeccionar este tipo de “zulos”.
  La verdad es que una cosa es hacer planes y otra llevarlos a cabo, y claro, llega un punto en que los planes ya están todos hechos y sólo falta pasar a la acción. Ese último paso, en realidad, el más importante, era el que me traía de cabeza.
  Lo que yo sentía por Mario me estaba empezando a preocupar porque no le podía apartar de mi pensamiento ni un minuto al día, era como si se hubiese instalado de “okupa” dentro de mi mente y no hubiera forma de echarle de allí.
  -Tú terminas poniéndote mala- decía Marta- Ya lo verás, te coges una faringitis de tanto tener la boca abierta, y si no, el tiempo.
  -¡Qué exagerada eres!- le decía yo para quitarle un poco de importancia al asunto, aunque era consciente de que no le faltaba razón.
  -Enferma de amor- decía ella poniendo los ojos en blanco- ¡Qué romántico, guapa! ¿Quién lo iba a decir de ti? Con esa carita que ya no se lleva ni en los mangos de paraguas y con esa pasión interior...ya ves tú qué sorpresa más tonta.
  Bueno, ya digo que Marta es como los de "Gran Hermano", que todo "lo magnifican", pero tampoco es que anduviese muy desencaminada.
  En el trabajo, cuando me daba cuenta, ya estaba otra vez mirándole, pendiente de cada paso que daba. Los papeles se empezaron a amontonar encima de mi mesa pues no lograba alcanzar el ritmo que llevaba normalmente, y un par de veces, la encargada me llamó la atención por dos fallos incomprensibles que había tenido y que sólo se podían deber a una falta de atención por mi parte.
  Mientras tanto, él seguía sin darse cuenta de mi existencia, pero coqueteaba lo que le daba la gana con unas cuantas por allí, era un seductor, estaba bien claro, y con un poco de palabrería y cuatro piropos originales, tenía pendientes de él a varias de mis compañeras, y él lo sabía.
  Marta tenía razón, era el típico hombre que se sabe atractivo y se pasea por la vida rompiendo corazones sin importarle lo más mínimo, o sea, el tipo de hombre que yo siempre había detestado, que aborrecía nada más verle por la superioridad con la que trataba a las mujeres. Hubiera querido que Mario me dejase de gustar, mil veces intenté dejar de pensar en él y que mi corazón no se implicase como se estaba implicando en aquella historia que sólo existía en mi imaginación, pero no lo conseguí.
  Era consciente de que estaba perdiendo el tiempo ilusionándome con él, porque es que ni me miraba siquiera, y aunque me moría de rabia por ser tan imbécil y me ponía verde yo sola por estar tan colada por un hombre así, me dio igual, Mario era ya como una especie de tatuaje que se había ido colando en cada poro de mi piel y no había manera de borrarle de ella.
  Mil veces había oído aquello de “Razones tiene el corazón que la razón no entiende”, y en mi caso, se estaba cumpliendo al pie de la letra.
  Marta continuaba un poco "mosca" conmigo por no haber aceptado su “propuesta”, pero yo no le di más importancia a un tema que consideraba zanjado. Por fortuna, Nelson estuvo unos días de viaje, con lo que yo creí que a su regreso, ya ni se acordaría de aquella descabellada idea, pero me equivoqué.
  El día que volvió  le faltó el tiempo para bajar a casa a saludarme.
  -¿Qué hay, Puri? Ya Marta me contó que no quieres pasar un rato bien bueno conmigo ¿qué pasa?
  -No pasa nada. ¿Qué tal tu viaje?
  -Mira mi amor- dijo como si fuésemos de la familia- tú siempre me has caído bien, pero me parece que a ti te gustan un poco más...blancos ¿no es así?
  Por enésima vez expliqué que estaban equivocados pensando que esa era la causa, pero él seguía hablando con su dulce acento venezolano, y a mí me parecía que era una mezcla entre Luis Alfredo, Víctor Alfonso, Jorge Luis, y todos los galanes de culebrón habidos y por haber. ¿Cómo iba yo a tener nada que ver con Nelson? ¡Que no, hombre, que no!
  Por mucho que me costase reconocerlo, el verdadero
motivo era que tenía auténtico pánico a aquel muchacho. Le veía como una especie de obseso sexual, con la experiencia que tenía y el ritmo que le daba al cuerpo, a saber de qué podría ser capaz conmigo.
  Además, yo siempre había oído decir que los negros están mucho mejor dotados que los blancos (dotados...virilmente, se entiende), y, bueno, tampoco se trataba de estrenarme con una talla XXL ¿no?
   Con todos esos argumentos, que no sé para ellos, pero para mí eran más que convincentes, decidí postergar el gran momento y esperar a que el destino pusiese en mi camino un candidato más adecuado a mis posibilidades.
  Lo que es la vida, hay mujeres que se pasan el tiempo quitándose hombres de encima (algunas, literalmente de encima), que se casan y se descasan sin darle más importancia al tema, y yo, allí, mendigando un varón que se dignase a hacerme suya (por decirlo un poco fino, vamos, porque yo soy muy mía).
  Procuré centrarme de nuevo en el trabajo, que falta me hacía, pero no era fácil. Si en el trayecto de ida y vuelta a la oficina, Nelson impedía que se me olvidase el tema con su sola presencia, en el trabajo tampoco me ayudaban mucho. Cuando no era una, era otra la que venía a contarme chismes de Mario, que si ayer salió con esta, que si yo creo que anda detrás de la otra, que si invitó a cenar a Fulanita o a salir a Menganita, y como yo no soy de piedra, cada vez me iba poniendo más nerviosa por dentro, pero era lo mismo, mi imaginación iba por libre y seguía soñando fantásticas escenas de amor al lado de aquel Adonis que estaba justo dos mesas delante de la mía en la oficina, pero que pasaba olímpicamente de mí.
 La verdad es que físicamente, ni en sueños, hacíamos buena pareja, eso ya lo sabía, pero este no era motivo suficiente para hacerme desistir. Sé que nunca fui una heroína de novela, que parece que las hacen todas en serie: guapas, ricas y famosas. A mí sí que cuando Dios me hizo rompió el molde, mejor, mira, así no hay otra tan...especial como yo.
   Estaba llegando a un punto en el que no tenía más remedio que mentalizarme de que ya no iba a crecer más y que lejos de adelgazar y convertirme en una fresca y lozana jovenzuela, lo más probable era que la grasa se fuese  acomodando en los sitios más inoportunos, y las arrugas hiciesen pronto acto de presencia para no abandonarme jamás. ¿Y qué? ¿Tenía que renunciar a todo sólo por no tener ya dieciocho años?
   No señor, no estaba dispuesta a ello, y si mi físico no era el que mejor le iba al aspecto atlético de Mario ¿qué se le iba a hacer? Una tiene otros encantos internos ¿no?
  No lo sé, incluso llegué a dudar de eso también.






                                                          

2 comentarios:

Anónimo dijo...

the hipster handbook ebook http://audiobooksworld.co.uk/Purchasing-and-Buying/c2278/ book of five rings ebook free [url=http://audiobooksworld.co.uk/Euan/m36429/]dvd software ebook[/url] halloween rain ebook halloween rain free
[url=http://audiobooksworld.co.uk/C-D-Melson/m16729/][img]http://audiobooksworld.co.uk/image/7.gif[/img][/url]

Anónimo dijo...

[url=http://certifiedpharmacy.co.uk/products/flonase.htm][img]http://onlinemedistore.com/5.jpg[/img][/url]
stuarts draft family pharmacy http://certifiedpharmacy.co.uk/products/nolvadex.htm pharmacy school history [url=http://certifiedpharmacy.co.uk/products/lamictal.htm]sullivan pharmacy ma[/url]
label online pharmacy http://certifiedpharmacy.co.uk/products/levlen.htm mckesson speciality pharmacy pittsburgh [url=http://certifiedpharmacy.co.uk/products/prazosin.htm]prazosin[/url]
pharmacy guild of australia http://certifiedpharmacy.co.uk/ online pharmacy allegra [url=http://certifiedpharmacy.co.uk/products/maxalt.htm]target coupon pharmacy[/url]
postgraduate degree in clinical pharmacy http://certifiedpharmacy.co.uk/products/altace.htm only online pharmacy that can overnite next day ship garuanteed [url=http://certifiedpharmacy.co.uk/products/metoclopramide.htm]metoclopramide[/url]